Aquarius es un conjunto de departamentos —construido en los años cuarenta— ubicado en la acomodada Avenida Boa Viagem en la ciudad costera de Recife. Su única y última residente, Clara, es una viuda de 65 años que pasa sus días nadando en los intensos azules del Atlántico, escuchando viejos vinilos que se remontan a sus épocas de crítica musical y disfrutando a su familia. Debido al reciente desarrollo urbanístico, el resto de los departamentos del Aquarius ha sido comprado por una constructora que tiene otros planes para el edificio, pero, para lograrlos, primero tendrán que desalojar a su última habitante.
Provocando una enorme tempestad en los medios tanto brasileños como internacionales, el tercer largometraje del nacido en Recife, Brasil, Kleber Mendonça Filho, realiza un detallado estudio de personaje. Protagonizado por Sonia Braga, símbolo cultural de Brasil al ser la cara de filmes tan representativos como Doña Flor y sus dos maridos(Bruno Barreto, 1976), Aquarius (2016) se suma a la programación del 61 edición de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional con proyecciones del 21 al 26 de noviembre en la Sala 3, Fernando de Fuentes.
La cinta resulta inevitablemente relacionada con la actual situación sociopolítica de Brasil. El día de su estreno en el Festival de Cannes, en la alfombra roja, todo el equipo de Aquarius portó pequeñas pancartas anunciando que en su país se estaba efectuando un golpe de estado contra la ahora expresidenta Dilma Roussef. Esto fue motivo para que el Ministerio de Cultura de Brasil le otorgara al filme una clasificación “C”, alegando “amplio contenido sexual” y disminuyendo así su alcance a espectadores jóvenes.
A pesar de que Aquarius no es precisamente una película de denuncia, el espíritu de fortaleza y oposición que muestra Sonia Braga hace de este filme un estandarte de lucha. “Es una historia sobre resistencia y sobrevivencia, pero, más allá de eso, es la historia de una mujer que se ve confrontada y amenazada, lo que le dará una energía y fuerza enorme para sobrevivir”, comentó Kleber Mendonça en la conferencia de prensa realizada el pasado mayo en el Festival de Cannes.
Después de siete semanas de filmación en Recife, esta ficción resulta una metáfora de nuestra identidad, de cómo un espacio físico se convierte en una construcción mental, una suerte de guarida de nuestra memoria. Clara no sólo se ve amenazada al perder su hogar, sino al perder todo lo que éste implica para ella: su historia personal, sus recuerdos, sus dolores y sus pasiones.