En“Hymns” hay menos guitarras e intensidad rockera, y predominan los sintetizadores, la introspección en sus letras y cierta experimentación sonora. ¿Algo similar al cambio sonoro de los Strokes a partir de “Angles”? Algo así, pero con menos rock que los neoyorkinos.
Lejos quedó el beat epiléptico y los gritos -cuidados- de la voz enérgica de Okerele. El espíritu rockero que nos entusiasmó del grupo, con temas como “Banquet, “This modern love” y “Helicopters” (“Silent alarm”, de 2005) o “Waiting for the 7-18” y “On” (“A weekend in the city”, de 2007), ya no aparece.
Pero ese no sería el problema, ya que es valioso que una banda arriesgue con un cambio de rumbo musical. El inconveniente es cuando el rumbo no es claro ni está definido. A la mitad del disco, se percibe que la libertad está muy limitada y condicionada. Si bien en su anterior trabajo, el EP “The nextwave sessions” (2014), se aproximaron al techno y los efectos, en este LP hay un cambio que no queda del todo claro. Su primer tema, “The love within”, nos introduce al minimalismo con un sintetizador permanente y promete una experimentación interesante. Pero mientras el disco avanza, la promesa no se cumple y aparecen canciones forzadas en su afán de ser hits bailables. Hay una oscilación entre el pop electrónico y la experimentación.
Lo más interesante del disco, por su contundencia y minimalismo electrónico, ocurre en las canciones “Fortress” y “Living lux”, el epílogo. También en el track “Exes”, donde se luce la voz prodigiosa de su cantante, y en “Different drugs”, donde aparece la sombra de Thom Yorke solista iluminando.
Pero el disco pierde el rumbo con las canciones “So real”, “My trie name” y “Virtue”, que oscilan entre el house y el pop electrónico a lo Hot Chip. No proponen sonidos interesantes ni nos hacen bailar como lo hacen los del “chip caliente”. En estas canciones, Bloc Party suena predecible. “The good news” es una pieza de electronic disco que recuerda mucho a Moroder y Daft Punk; sólo en “Into the earth” reaparece el espíritu de Bloc Party, con más guitarras y menos efectos. El álbum cierra con “Living Lux”, quizá la más auténtica en lo experimental. Lamentablemente, esa búsqueda se da al final de álbum.