Aki Kaurismäki vuelve tras cinco años de ausencia con “El otro lado de la esperanza”, segunda entrega de la trilogía sobre ciudades portuarias cuyo certero objetivo apunta en este caso a una Finlandia idealizada que está, ante todo, burocráticamente deshumanizada. Y lo hace a través de una cómica fábula social incomparable a cualquier alegato contra la injusticia que estés acostumbrado a ver, una obra excepcional que vuelve a suponer, tal y como sucediera con “El Havre”, otro de los films más abiertamente políticos del maestro finés.
Helsinki. El joven Khaled llega oculto en un barco de carga procedente de Siria. Mientras, un gris comercial llamado Wikström decide poner fin a su matrimonio y a su negocio, y abrir un decadente restaurante. Sus caminos se cruzarán y Wikström ofrecerá a Khaled techo, comida y trabajo. Pero el sueño del chico es encontrar a su hermana, que también huyó de Siria.