Guadalupe Plata, tres hombres que crean un sonido tan atemporal como el flamenco y tan potente como el rock & roll, tan embrujado como el blues de Mississippi, tan seductor como el sexo prohibido, tan peligroso como una pelea con cuchillo.
Las cuerdas de sus guitarras son alucinantes y eléctricas, tres hombres crean mojo y duende con instrumentos primitivos, convocando a los viejos espíritus y conjurando los poderes místicos de los santos.
Su nuevo disco Guadalupe Plata es una revelación, un testimonio, es a la vez perfecto para las sesiones de espiritismo, exorcismos y fiestas nocturnas. Este es el sonido peligroso de la seducción.
La decisión de grabar cerca de sus hogares en Andalucía, en un estudio de grabación en Sevilla, donde los espíritus llenan el viento, ha ayudado a hacer que éste sea el disco más cautivador de Guadalupe Plata, pero esto no es una partida, es un regreso a casa.
Toda la reputación que se han ganado, está presente como una verdadera fuerza en éste su cuarto disco de larga duración – el aullido, el crooning, las guitarras de Spaghetti Western, los ganchos irresistibles, el sudor y el sexo sucio del blues real, que solo se logra tocando en cientos de conciertos a través de los años, en iglesias, en burdeles, en bares de whisky, en donde quiera que haya gente buscando lo inalcanzable, pero todavía hay más.
Guadalupe Plata abre con lo inesperado, una balada popular que llega como una voz de otro mundo. “Qué He Sacado Con Quererte”, el lamento mapuche por Violeta de la Parra, la famosa cantante chilena que murió por su propia mano con una bala en la cabeza en 1967, resucita con el famoso toque del desierto de Guadalupe Plata, construido sobre un hipnótico ritmo tribal, como la mente expandiéndose de manera desgarradora.
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