Como en Anatomía de la melancolía de Robert Burton, hay una biblioteca personal en este libro, en él desfilan maestros antiguos y modernos, visiones míticas, místicas y cabalísticas; sabiduríasorientales y occidentales. En El testamento del Dragón aparecen aforismos, antiaforismos y metaforismos, cita spropias y ajenas, opiniones sociales, morales y ecológicas; herencias poéticas grecolatinas, hispánicas y europeas, fragmentos de presocráticos, discursos prestados y discursos propios.
Como en el caso similar de Erasmo, quien diciendo “no soy yo el que habla,sino Democritus dixit”, el autor habla de sí mismo, recurre a su experiencia y existencia. Este libro es el testimonio del conocimiento y de las dudas existenciales del escritor Homero Aridjis; es su testamento literario, su visión poética del hombre y del mundo. En su intento de expresarse, humildemente, el autor es aquel que, para afirmarse y conocerse, necesita de las grandes voces del pasado, se llena de sabiduría prestada para hallar su propia voz, para llenar su propio vasto vacío.