La cartelera mexicana recibe a partir del 25 de noviembre una comedia sobre la fracturación familiar
El hámster es un animal celoso y territorial. De esa manera es como el realizador Gilberto González Penilla percibe a la familia que retrata en su ópera prima: Los Hámsters, que llega a la cartelera comercial a partir del 25 de noviembre.
Conformada por cuatro integrantes -padre, madre y dos hijos- “los hámsters” representan una familia tan tradicional como disfuncional. Su falta de comunicación impide que las situaciones complejas que vive cada uno de ellos resulten más graves de lo que en realidad son.
“Es un problema que está vigente. La familia cada vez está más lejana, sus integrantes se comunican menos y mucho tiene que ver con la tecnología que hace que nos alejemos del contacto físico”, comparte en entrevista Gil Penilla.
Los Hámsters sucede en Tijuana, Baja California, lo que le da un valor agregado a la historia: refleja una anécdota familiar, alejada de temas que han sido retratados continuamente en esa región como la violencia y las drogas; además de que representa la descentralización de la producción cinematográfica nacional en la Ciudad de México.
Aunque se trata de una familia clásica, González Penilla se arriesga en su primera cinta con temáticas tan actuales como la diversidad sexual, la paternidad temprana, la falta de empleo y la crisis de la edad.
“Los seres humanos somos complejos, somos emocionales y no hay por qué tener etiquetas”